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Capítulo XLIII
LA HERENCIA DEL MAL
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hubiera recibido una ducha fría, El
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uan Manuel Aracil quedóse como si
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era su propio hijo. Y a fe que el niño
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llevaba su sangr e, Quizá menos adul=
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veracaa que á de don Juan y a (ce
1, el cual no se le parecía en
inclinación al mal,
—No. Hores—li
lo dijo. a Blanca—, No quiero verte llorar.
AL
Toma esta carta y llóvasela al juez. Mañana, a la hora que
tú quieras, hablaremos de nuestro descarriado hijo.
Y en un momento escribió una carta al juez pidiéndole
que pusiera en libertad al hijo de doña Blanca Arroyo
UY Pocas aña ima ah] | 2119
muy pocos anos, irresponsable ae sus