LA LEY DEL AMOR: 2399
nerviosa inquietud me he enterado de que ha sido hailada
muerta en el Retiro,
— Aún no se sabe si ha muerto, señor
po moribunda...
- al decir esto posó una mirada de odio én el hijo de Ma=
di
El magistrado*se dió 'enenta de ello y sospechó que entre
aquellos dos hombres se enc ontr: aba el misterió del asunto.
—Señor Malaespina—le' in: terrogó—, ¿está usted enterado
que ese joven es el que esta mañana se ha encontrado a la
niña?
—Sí, señor.
—Manuel Aracil, como así se llama el mozo, dice que conoce
a la niña y me ha dicho su nombre. ¿Qué concepto le merece
a usted este muchacho?
—Muy poco le puedo decir a usía : muy poco. Parece ser que
en La Habana tuvo relaciones amorosas con mi hija. Esta no
le quería y lo dejó.
—¿ Y usted cree que él hhya sido el autor de la agresión ?
—No lo dudo.
El magistrado miró a Manolito, y éste lanzó a don Alvaro
una terrible mirada.
—Peñor juez—arguyó—, yo he entrado en el ODO a las
seis de la inañana. Tengo más de quince testigos que no me
dejarán mentir, ¡Que vea un médico 'el tiempo que está acci=
dentada la hija del señor Malaes pina! Además, ¿no acaba de
decir que pasó fuera de su casa toda la noche?
e ,
—¿Y quién me dice a mí que no la has pasado tú también
fuera de la tuya? :
—Mis padres y mis amigos, que me han visto
Puerta del Retiro antes de las Seis,