LA LEY DEL AMOR 2401
decian que Manolito era inocente, y que cometerían una in-
justicia si ordenaban su detención.
—La muchacha muerta es Isabel —explicábales Marilina—,
La misma que vivía con mi tío Juan.en su ingenio de La-Ha-
hana, Quería mucho a mi hermano, y yo no sé si durante unos
días fueron novios,
Un alguacil les hizo entrar a declarar, Todos afirmaron
que Manólito había ido con ellos al Retiro.
-—¡Mi hermano ha pasado la noche en casa!-—sollozaba la
hiña.
— Todo se aclarará-——le dijo el magistrado.
—¡Consienta usía que venga conmigo a casal—rogaba la
niña con suplicante acento—. ¡Permita que me acompañe
para que mi mamá no muera de pena y dolor!
—Mucho lo siento, señorita...
—¡ Ay, madre de mi alma!
—T'ranquilícese, que no estará mucho tiempo detenido.
1
1
¿Qué dirá mi madre cuando me vea entrar en casa sin él?
Y salió llorando del despacho del juez. Dos amigas la
acompañaban.
Don Alvaro la vió salir y se afirmó más en la creencia
de que era la hija de su esposa,
“Js ella misma cuando tenía su edad, y una amiguita la ha
llamado por su nombre: Marilina.”
Acordóse de su hija y se dirigió al garajo donde había
dejado el coche que había traído de La Habana.
—Al Hospital Provincial—le dijo al cnófer—. (Quiero lle-
gar cuanto antes.
No tardaron en hallarse frente al triste caserón de la calle
de Santa Isabel,
Descendió don Alvaro del coche y penetró resueltamente
La, Ley del Amor - Folletin. Cuad, 171