Full text: [2] (2)

LAURO LAURI 
Y volvió a entrar en la casa, poniéndose a observar a la 
niña. No hallando en ella nada que le causara inquietud, co- 
gió una silla y se sentó a la puerta de la casita. 
Tres o cuatro gallinas picoteaban en el solar. 
“Tendré que hacer una sopa de ajos y echar en ella un par 
de huevos, con lo que tendremos para la comida y la cena, 
Mañana, si no se acuerdan de traernos el dinero, ayunaremos.” 
En aquel momento llamaron a la puerta del solar, vién- 
dose la figura de un hombre por entre las rendijas de las 
tablas. 
“¡Es Julián! —exclamó Agueda al ver que era gu marl- 
do—. ¡Es Julián!” 
Y corrió a abrir la puertecilla de madera, 
— ¡Ay que ver lo que has tardado, sabiendo que me he que- 
dado con dos reales!-—le recriminó. 
—¿Qué quieres, mujer? No estaba don Andrés en su casa y 
he tenido que ir a buscarle al barrio de Argúelles, 
—¿ Y qué te ha dicho? 
Nada. Que ya había admitido a otro y que ho iba a aes- 
pedirlo. 
—:0ué mala suerte! —exclamó Agueda con desaliento—, 
norte! 
+ Hay momentos que le dan a uno tentaciones 
1 
G 
pes Y , no. Ya trabajarás; si Dios 
quiere, 
Entraron en la casita y Julián lanzó ua mirada a la cama 
don e dormía la niña, 
—¿Qué tal está?-—anquirió. 
-—No está peor, pero parece que tiene algo de iiebre, Ayer 
no. estaba tan amodorradita. 
—¿Ha venido alguien de la quinta por aquí?
	        
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