«con la linterna. Marisole ajustó la piedra, la cual había que
AA A e rre
LAURÓ LAURI
—()ue me andan Buscando por el robo de la mantequería de
la calle de Santiago, y quiero pasar unos días en el subte:
rráneo.
—¿Al cabo de un año han averiguado que fuiste tú uno de
los cin?
—El “Mellao”, que dicen que se ha ido de la lengua.
—Bien. ¿Quieres bajar ahora mismo?
—Sí, sí, Marisole. Esta noche me bajas yna cesta con 00 F
mida para dos O tres días,
—Te la bajará el “Bonifa”, a eso de las doce. En cuanto al
agua, ya sabes dónde está la fuente. :
—(Que me baje también una garrafa de vino, que es lo que
me pone más alegre. ¡Ah! Y dos mantas, por si hace frío.
—Y un colchón de muelles para qué no duermas en el sue*
lo—dijo la * Andaluza” con alguna ironía,
—Todo lo que tú quieras. ,
Y la siguió hasta la entrada del subterráneo, al que bajó
)
P
tado de su sitio para que entrara el “Macho”, Una vez hecho
esto subió nuevamente a sus habitationes.
No haría un cuarto de hora que estaba'é1 ellas cuando la
llamó desde abajo el “Bonita”,
— ¡Señora Marisole! pre
—¿Qué quieres? ¿Que baje? Muy bien. Que se espere quién
sea; si no, que ge marche.
Y bajó muy despacio la escalera, laliendo a la Bienda por
la puerta de la trastienda. Junto al “Bonifa” había un sujeto
con icdo el tipo de un agente,
—Buenas noches—le saludó Marisole.
— ¡Hola! —repuso con cierta familiaridad el recién tógado,
el tual debía de ser muy conocido.de la “Andaluza”, )
illa.
—¿Qué buscas en mi casa? ¿Algúna cañita de manzanl