LA LEY DEL AMOR 2647.
El juez miró la silla y vió que tenía un poco de tierra
Degruzca adherida a una pata. ¿Qué significaba aquello y
qué relación tenía con el erimen? : :
No entiendo-—dijo—lo que.me quiere usted decir.
y -—Mire el asiento y fíjese en las huellas que hay en 6,4 No
ve usía dos pies marcados en la espadaña?
' Así era. En el asiento había marcadas unas huellas que
parecían de los pies de un hombre. En éstas había un polvillo
igual a la bolita de barro de la pata.
Esta silla ha sido sacada a la calle y un hombre de edad ha
¡ puesto los pies en el asiento para, por.el balcón, saltar ala”
alcoba. ;
—¡¿ Y por qué dice usted un hombre de edad? ¿No puede
haber sido lo mismo un hombfe joven?
—No, señor. Un. muchacho, como es.ese Abelín, tiene agili-
dad para entrar en este cuarto con sólo cogerse a los hierros.
El juez hizo un signo afirmativo, y el agente siguió mi-
pando por todala estancia. No hallándo nada por el suelo que
le interesara, deshizo Ja cama y de pronto exhaló un grito
e
jubiloso.
—¡Mire! ¡Mire una mancha de sangre, señor juez! :
». -—¡Ah, sí! En el embozo de la sábana.
E ra cierto. En el mismo embozo había una manechita roja.
Ñ Aquelló era otra prueba de que en aquella casa habían ma-
tado al joyero. '
—Bajemos al subterráneo—dijo el juez cuando hubo ter-
minado de escribir el secretario.
Adrián, el magistrado, el secretario y los seis guardias,
alumbrados por una linterna que llevaba el “Bonifa”, bajaron
al obscuro escondrijo, dirigiéndose al lugar donde se hallaba el
muerto. Pronto le rodearon y vieron que tenía en el cuello
una herida mortal.