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MN Y la gitana sentóse en una silla en el coral, Poco tardó
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de,
LA LEY DEL AMOR 2689
Te has lucido, hijo mío. ¡Mira que un pepino y un to.
Mate! No hay ni para una ensalada
* Después del “Besuguete” regresaron, uno a uno, sus her-
Manos, todos con las manos en los bolsillos y con niás halm-
bre que se habian ido.
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—¡No servís para nada! ¡Y que seúls nietos de Manolilio
el “Uñas Largas”!
Rafael empezó a maldecir. El, de muchacho, no era así,
“¡El “Uñitas”!... ¡El “Uñitas”, con dos gallinas!
Así era. El “Uñitas” entró con dos gallinas en la mano y
Miró a ver si le había seguido alguien.
—¡ Hijito de mi alma!-—exclamó la Pepa, dáridole un abra-
20——, ¡Cómo se ha expuesto para traer uu poco de comida a
Sus padres!
“No lo sabes bien, mamá. No sabes bien lo que he tenido
Que correr seguido por un payo más alto que un poste. ¡Mira!
Y
Y el mozo enseñó a sus padres un desgarrón que lévaba
€n los pantalones.
¿Te lo ha hecho el payo? —preguntó Rufael, mirando a su
hijo con los OJOS muv abiertos.
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—No, papá. Me lo ha hecho un perro muy grande
—iJesúsli-—exclamó la Pepa.
“No ha pasado nada. Esta noche que seá para nOSotror le,
de Nochgbuena.
Muy bien dicho, niño—agregó la gitana—. En menos de
tada desplumo las dos gallinas y las hago con arroz.
¿Vienes arroz?—le preguntó su marido—. No sabía que
o millonarios,
La abuela, que me lo trajo hace poco, No hay día que no
Me (taiga algo.
¿Je La Ley del Amor - Folletín, Cuad. 189