2696 LAURO LAURI
e la Be-
En aquel momento se acercó a ellos una pareja
emérita, con la que hablaron Rafael y el agente.
Rafael acercóse a la puerta y llamó.
=—¿Quién es?—interrogó desde dentro una voz de mujer.
—Abre, Pe pille que me traen detenido.
Un grito resonó en el interior de la casa. Abrióse la puerta
y salió la, Pepa.
—Marido de mi alma, ¿qué te pasa a'ti? ¿Qué has hecho
pará que, como a Jesucristo los judíos, te traigan esposado”
—Nada, esposa mía. Que dicen que tengo en mi casa a una
mujer.
— (ue pasen y que registren la casa.
“Uno de los guardias quedóse a la puerta y el otro entró
con los demás al interior de la casa.
—¡ Hijo de mi alma, que tú eres el hombre más honrado de
todo el Mundo! ¡Tú en tu vida has robado una sardina aren-
que! ¡Bien me decía el corazón que lo del dinero era una
traición!
En un momento el agente registró toda la casa, sin/hallar
en ella nada que le llamara la atención.
—No hay ninguna mujer—dijo el guardia al hijo de doña
Adoralinda. :
—¿Y no puede haber en la casa algún subierráneo, en el
que tengan a mi madre?
El agente miró a Rafael, y éste bajó.los ojos al suelo. 4
—No quiero engañarles—confesó—. Esta casa tiene un sub-
terránieo, pero en él no hay nadie escondido. Pueden bajar Y
se convencerán de que es cierto lo que les digo. '
Y el gitano dirigióse a la cuadra, donde estaba; bien disi- 4
E.
Y
mulada, la puerta que daba acceso al EOonoIRicAAA subte-".
rráneo. A