LA LEY DEL AMOR 2731
—La pasada, aunque vino muy tarde, pues me parece que
4MÓ a eso de las cuatro de la madrugada.
¿Y se acostó en seguida?
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Me parece que no, señor—tartamudeó el guarda—. Y digc
So porque me pareció oírle trajinar en su alcoba hasta que
Mpezó a clarear el día.
¿Y no sabe usted lo que estuvó haciendo hasta esa hora?
¿No observó nada que le llamara 14 atención?
El guarda señaló uno de los baleoriés de la casa,
¿Quieren seguirme?—preguntó alos agentes.
a Y por qué no? Quizá nosotros aclaremos sus dudas.
Y siguieron a Retána, que de detuvo debajo del balcón
Me instantes antes les había señalado con lá mano.
Miren este montoncito de tierra, que no estaba ayér aquí.
¿Y qué deduce usted de este detalle?-—le preguntó. uno de
18 agentes, en cuya mente había brotado una sospecha.
—Que este puñado de tierra la ha arrojado por el balcón.
Y ds a E
=¡Ah!—exclamó el agente, arrodillándose y disponiéndose
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examinar el puñado de tierra que había junto al muro de la
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Casa,
La susodicha tierra era de un color amarillento y tenía
Mezclados trocitos de un yeso muy obscuro.
Haga usted el favor de llevarnos a la alcoba de Abelín—
Wdenó el agente al guarda en tono imperativo.
—Tengan la bondad de seguirme.
Y Retana penetró en el hotelito.
La puerta de la alcoba del muchacho se hallaba cerrada,
Dero el agente la abrió con una ganzúa que sacó de, uno de
lus bolsillos, |
Segundos después se hallaban en el interior de la alcoba.
(Quiero que me dejen solo unos momentos—dijo el primer
CTRERETA