LA LEY DEL AMOR 2155
a la dehesa, donde habían constrnido una
—En ella van a lidiar esta tarde, a eso de las sels, Un 10-
villo—-dijo el gitano en voz alta,
—¿ Y quién lo ya a lidiar? —interrogó Malacspina.
—Unos torerillog de Triana.
- —Entraron en la dehesa, orlada por un espeso jaral y tapl- y
sada por densos tomillares, Por el centro de ella corria un
arroyuelo, en el que bebían los novillos. Algunos jinetes de
ambos sexos se vetan junto a una casita que había en el cen-
tro de la delrosa,
Maravillas buscó con los ojos a su hija y 10 tardó en
verla entre el grupo de amazonas.
—¡Milagritos!-—la llamó, mientras don Alvaro y el jinete
que le acompañaba ge diriglan a la orilla del arroyo.
— ¡Mamá!
Y la amiguita del hijo de Aracil sg dirigió a su madre y
la abrazó.
rn
— ¡Te has atrevido a venir a la tienta?
— Y po! qué 110?
-—Porque tú no estás acostumbrada a montal a cabullo y te
podría dar miedo... Además, teniendo que vivir bajo la fé-
tula de un hombre que no te deja un momento de vista...
—¡Bah! Hago lo que quiero. No creas que yo ne acobardo,
Canvas tienes de aguantarle, pudiendo vivir al lado de tu
hija...
(Julero qui el día de mañana me dejo parte do su lortuna.
"Peimo que 10 conseguirás nada do es hombre, yl que no
quiero m1 queyrá nunea, : :
ES aadel Inonidhto llegaron dos amazonas, montadas en
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os y hermosos caballos
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