Full text: [2] (2)

2802 LAURO LAURI 
Manuel les vió salir sin estremecerse lo más minimo. 
Q o.» 11 
PU posición en aquellos ¡momentos no podía sex más enmn- 
barazóosa. 
:¡ Qué escena, madre mía! ¡Qué sacrilegio! ¡Qué joven!= 
exclamó Manuel. 
Y miró 4 Marilina, que parecía la ima: 
¿He obrado bien o mal?-—-le preguntó 
E 
1 del dolor, 
¿Qué hubieras 
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hecho tú en mi sitio de haberle matado al intentar huir? 
—No sé que decirte, pero:treó que sería conveniente que te 
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marchases de aquí. Yo me. que 
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— Alguien me hará compañía. Si es cierto que me quieres, 
márchate. 
—Te obedezco, Marilina. Vendré mañana a la hora del e 
bierro, 
velaré él B 
» 
Y salió de la estancia, dirigiéndose a su casa. 
Marilina, al quedarse sola con” la difunta, 
empezó a mover los labios con fervor, 
En esta posición estuvo más de una hora 
y ey s La Po dc 1 
De pronto se estremeció al ver que la 
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muerta que dabd 
lances 
se arrodilló Y. 
entrada. a la habitación se abría y por ella entraba un hom- 
bre alto, con una blusa negra como l: 
vado la caja de la muerta, El brad dió 
y también se arrodilló. 
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El tiempo transcurrió triste y monótono. Sólo se 
tictac as reloj de pared que estaba en el 
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en la conti gua habit: 
La do pcel la se había acostado va, 
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MAODINTE 
era este 
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despacho, 
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e 10 que habían lle» 
las buenas noches 
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