: —No hace más que llorar, nombrando a su nieta:
esfuerzos para tranquilizarla: han sido imútiles.
—¿Le ha dado usted la medicina ?
Con toda puntualidad. cob05
Ernesto pagó con una cariñosa mirada tales pro 1o
e sincero interés, y entraron juntos en la alcoba de: k
anci: Ana. :
Como Magdalena había dicho, doña Margar
uaba intranquila y acongojada. :
:—¿Qué. hay ?—preguntó * ansiosamente a
suanto le vió entrar. :
-—¿Nada-——respondió él, después de hesarla— ;-
a, nada; pero mañana puede que haya mucho.
—¿Mi lenes esperanzas e que recuperemos 4,
ita 4 contr”
Sl
—¿En qué las fundas ?
Ernesto dijo el paso que; acababa de dar, haci
mplido elogio de Cástulo, y repitiendo. las prómest
1 amigo le había hecho.
o era o pero no todo: lo que se 2
aric 1as ni Jas razones plan ed
Muy avanzada ya la noche, Ernesto invitó EN ME
na a retirarse a descansar. ye y
—De ningún modo—respondió ella—. Quien qe
1ecesita descansar es usted... Estará fatigado del ;
uede acostarse en la cama de Soledad. :
-¿Y cree que conseguiré dormir >—replicóle.
Denie! Mejor. estaré levantado, qeato: a mi m