Adivinándolo sin duda así, su madre le dijo:
«—Ya ves si tengo razón para asegurarte que era un
“Los dos acercárondose entonces al lecho a abrazar a la
Anciana, y entre los tres formaron un grupo conmovedor. E
a cd, ea
No mediaron explicaciones, ni eran precisas. ba
Soledad eludió el responder a algunas preguntas que'
le dirigieron. E a
: ¿Para qué hablar ya de mada de todo eso ?-—dijo—.
E Pasó y no hay para qué recurdarlo : a :
No quería hablar más que de su dicha presente al vol-
ver junto a su abuelita, 'aumentada por la presencia de su.
Padre. z : : e
También tuvo frases de afecto para Magdalena y sus
Aquellas cariñosas expansiones, prolongándose duran-
Ste largo.rato e A ES ee
An fin comprendieron que era necesario descansar.
- Magdalena y los dos muchachos retiráronse a su habi-
“tación, después de felicitar 4 sus amigos poz el término de
de lo que pareció revestir en un principio los caracteres de
na gian desgracia. y í
También Soledad dispúsose a acostarse.
Despidióse primero de su abuela y luego de su padre..
Al abrazar a éste, díjole él muy bajito. como si descon-
Hase de la ternura con que le acariciaba : : 0
-—¿Me quieres a mí más que a... m0
No acabó de formular su pregunta, no pronunció el nom-
bre de la persona a quien se refería. pero tampoco fué pre-
ciso, pues Soledad adivinó que aquella persona era su ma
Por eso le interrumpió, diciendo :