En uh testero del mismo, se ve el escenario.
Y Cuando no hay función teatral, o velada, o baile, el sa=
lón queda despejado, y las mesas de café que « ahora lo ocu-
Pan, pasan a las estancias inmediatas. Es
E Aquella noche, como no había fiesta ni solemnidad de.
“ninguna clase, el salón hallábase convertido en café, no mu
iluminado ni y concurrido. :
nv las piezas literales ofanse risas. animadas conversar
ciones y el chocar de las fichas del dominó.
Alí no se permitía jugar ; : sólo se hablaba, y ya hemos.
dicho que la concurrencia no era numerosa.
De aquí el relativo silencio que en él reinaba.
Sólo había ocupadas algunas mesas.
.
- Fijémpnos en una de las mesas situadas al fondo,
tno' de los rincones más apartados y oscuros.
3n torno de ella había sentado tres qn que me-
recen hagamos su descripción. :
El uno de ellos, a quien por su aspecto nadie habría po-.
dido tomar por un obrero, vestía con cierta distinción y
hasta con cierta elegancia, flamante traje de americana de
tela fina y corte irreprochable ; calzaba zapatos buenos
enbría su cabeza con sombrero flexi ble, y fumaba puro.
Además, en sus dedos brillaban algunas sortijas, Y sobre
su chaleco destacábase la gruesa cadena de su, reloj.
Sra a como de cuarenta años, un poco gruéso, con
bigote, y advertíase en él esa satisfacción de quien no tiene
inicias en su presente ni temores para su porvenir.
- Veíase delante de él una copa Je coñac a medio apu-
apurar, consumición de las caras, verdaderamente extraor-
dinaria en ag quel centro, a lara azón. |
Al segundo de los tres indiv pa 108 cítados, nó necesi