—Eso no está bien deletibinado tod: avía. Según sus
titudes ..
— Comprendo.
——Tratándose, como se trata, de un ans suyo, cre!
que tendrá usted una satisfacción. . 0 -49b
4 Quién lo duda? Admiro una vez más su generosid
en la que encuentra apoyo todo aquel que a ella recurré:,
pon estas palabras había un ligero tono de punzante iso
nía, que pasó inadvertida para los que le escuchaba yde
Hablando siempre del mismo modo, Daniel tend ió
uuevo su mano a Ricardo, “diciéndole : .58
—-Le felicito y me felicito. Es para mí una said
tenerle por compañero. Y
Maestre limitóse a responder con una inclinación
cabeza.
Hay ocasiones en que el instinto nos previene,
samente, contra un riesgo ignorado.
Instintivamente desconfiaba de los ofrecimietóW
“aquel hombre. a
Satisfecho al ver la buena armonía que pareció ' es
-blecerse entre sus dos protegidos, Henry agregó": ii
-—Y a propósito, Daniel. Como: será preciso agreg? %
Ricardo a una sección cualquiera, hasta que determil :
«definitivamente el puesto que ha de ocupar, podría e
llevárselo a la suya. Bajo su dirección, trabajará $
mente mejor que bajo la de otro alguno.
Maestre temió que el cajero contestara arman
Prefería estar lejos de aquel hombre. %
Por lo visto, Santomá no quee tampoco tenerle | dd
Pues repuso: ;
> —En esto, como en todo, yo acataré lo que usted!
ponga, E sería por otra parte muy agradable para an