—¡ Qué contentos Ein l—exclamó Magdalena.
E, Y tú, madre mía—respondió su is no estás tam-
contenta?
—¿Cómo no estarlo, teniéndote a ti' por hijo?
“en efecto; parecía más tranquila y animada que la *
€ anterior.
AN de retirarse por segunda vez de la ventana, An-
S echó una última mirada al jardincito de la casa vecina,
le Dermanecía solitario. +
La interesante joven no había vuelto a li en 1 él.
baj Ta hora de 1 irse a la fábrica, y descendieron a la planta
ya e
ds
e “Andrés enteróse de cómo había pasado doña Margarita
“che, despidióse de ella y de Ernesto, abrazó a su madre
Salió a] jardín, antes de ir a su trabajo. /
- Farecía pensativo. ; y
iS hs salir tenía que pasar cerca qe sitio, donde trabas
1 Soledad y Angel.
asaba ieineido! pero ellos le ic
€ acercó a saludarles también.
¿o había que preguntarles cómo les pidan la nueve :
2, porque eran los más satisfechos.
dez ds. quiso explicar su plan de obras y de reformas ; 5
9 él no tenía tiempo para oírle.
Haz lo que quieras—respondióle— ; pero a ver si aca-
O eso pronto.
a te dije anoche que sería cuestión no más que de unos
tos días.
due VSremos. Ya estás completamente restablecido, y hay
Pensar en ser útil a sí mismo y a los demás. a
pecho esto, despidióse cariñosamente de los dos jóve-
y salió, algo preocupado, como dijimos antes.
Ds ;
tan