ud
más, y mientras el mas joven apoderábase, casi a lá
Werza del maletín que el negrito llevaba en la mano, el
Mas viejo decíale
=Alojamiento seguro, cómodo y barato.
$ La verdad era que el enviado del Maestre tanto le daba
Si Merara a un sitio que a otro. a
q! 5
“Pasaré en La Habana solo algunas horas -respondio.
y Elimas viejo de los dos compinches se apresuro a res-
“| dOnder, con la mas amistosa y cordial de las sonrisas:
“No importa, sea por el tiempo que sea.
l -Tenemos también un coche a su disposición.
Está bien- repuso José dejándose convencer.
4 Vamos. |
: Los otros que se habían acercado a hacerle sus ofre- |
Mientos no insistieron.
Así como así -debió pensar alguno de ellos-, poca;
ll Bánancia había de proporcionarnos un jovenzuelo negro '
We solo ha de estar en La Habana algunas hor as. 1
3.
4,
Haciéndole caminar muy aprisa, cual si temiesen que
4 “elos escapara, el viejo y el joven llevaron a José a ún|
tio cerca de allí, donde había parado un coche, uno de!
as vehículos característicos del país, bautizados con ell
“Prichoso nombre de volantes, ignoramos por gué. "
"Y
Mi
El carr ruaje no tenía nada de cómodo ni de lujoso, y ell
a ballo que de él tiraba era viejo y delgado; ad erf
A coche a fin de cuentas.
, e negrito no se fijó en ninguno de estos detalles, co
Ono se fijó tampoco en que los otros levantaban la ca!
4| Bota de la volanta, cual siquisieran sustraerlos a impor l
Mas miradas.
EN teniendo sospechas, y a él faltábanle motivos par
pres, eran todos detalles sin valor.
E m aha A $ sn - E Ss o E : 192