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Porque don aia, convencido de su lealtad, habíale
omado por confidente, diciéndoselo todo.
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, Conociendo la confusión del cajero y sonriendo al co-
¡ocerla, Florentina dijo:
_ Si hoy me atrevo a hablarle a usted de estas cosas, y
€ hoy le pregunto el paradero de mi madre, sin temor
que me engañe, es porque las circunstancias han cam-
do. Han cambiado tanto, que ya le dije antes que si
sted no hubiera venido, -yo le habría buscado para ha-
iarle de esto. Quiero hablar de eb con usted antes
e con papá.
-Pero, en fin -preguntó don Claudio ansioso-. ¿Que
ly? ¿Qué sucede? ¿Qué te propones?
,=Si me promete esc csucharme con calma -replic óla 1 la
ña, haciendo un deliciosc mohín, tanto más significa-
[vo cuanto que aún se veían lágrimas en sus ess illas y
1 sus Aa ys yo" se lo contaré todo;..-y usted me
jara.
ejarte yo? - repuso el anciano, que cada vez
lo que pasaba.