Full text: [Tomo 3] (3)

E intentó salir de la estancia; pero su 
padre la contuvo». Las 
En la puerta del gabinete aparecieron 
Magdalena y don Claudio» ds 
La primera avanzó y el segundo quedbóse. 
inmóvil, también pálido, conmovido» 
- ¡Mamá! «repitió Florentina, corriendo a 
su encuentroo ] 
-¡Hijal -repuso ella, con voz débil y a- 
hogada, recibiéndola en sus brazoso 
«¡Magdalena! -exclamó Cebriáno 
<íLuis! -balbuceó la madre de Andrés, in- 
tentando arrodillarse ante Bl=s ¡Perdón! 
«¡Nom no! -protestó 61, abrazándola-> 
¡Eso nol ¡No merecen perdón los mártires, 
sino compasión y cariño! E 
Magdalena quiso responderg no pudo: le 
faltaron las fuerzas y se desplomó desmaya- 
da en aquellos brazos, que la recibieron 
- cariñosos y la estrecharon con ternurao 
Don Claudio acudió entonces, y, entre £l 
y don Luis, depositaron a Magdalena en un 
diván del gabineteo» 
Florentina no se separaba de su madreo 
Cogida a sus ropas, parecía como si tuvie- 
se miedo de que otra vez se fueses 
Arrodíllose ante ella, y cubrió de besos 
el rostro y las manos, cual si pretendiera 
reanimarla con sus caríciase. 
- Don Ciaudio, llenos los ojos de lágrimas, 
y Padiante el rostro de alegría, cogif en- 
tre las suyas las manos- de su principal; 
las estrechó con efusión, y dijos : 
«Ahora... a luchar, a recuperar lo perdido 
ll en lo material, pues lo moral ya lo tienes 
Don Luis, presa de una emoción superior a 
sus fuerzas, no pudo articular palabra». 
li Se limitó a apretar vigorosamente las ma- 
lomos de su leal y bondadoso subordinadas 
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