1033
De pronto los que bebían y bromeaban miráronse sor-
Prendidos. + A
Acababan de oir pronunciar un nombre que pareció di-
Sipar los vapores de'la embriaguez que ya empezaban a ofus-
Carles, e
Aquel nombre fué el del teniente Fermín.
Por la misión secreta que les estaba encomendada, nada
QUe se refiriése al que se llamaba de aquel modo, podía ser-
les indiferente.
- Prestaron' atención.
Dos legionarios estaban sentados junto a una mesa en el
interior de la cantina, en donde no había nadie más que ellos,
Eran Roque y. Manuel. |
: Fingían estar también medio borrachos, cuando esta-
ban, por el contrário, muy serenos.
Costándoles gran trabajo decirlo, por ser contrario a lo
que sentían, comentaban burionamente, como s1 el alcohol
desatara sus lenguas, sin reparos de ningún género:
—¡El teniénte Fermín! -
—¡ Valiente mamarracho!
—Muchos lo tienen por bueno. :
—Como si el ser bueno no fuera equivalente a ser tonto.
—Y hay, quienes se alegran de que haya vueito.
—Cuando debieran sentirlo y renegar de ello.
Para justificar esto último, mintieron inventando per-
Secuciones,. atropellos y castigos de que fueron víctimas por
causa del teniente Fermín, cuando éste estuvo allí antes.
: —Ahora nos volverá a suceder lo mismo—vaticinaban.
+ —¡Buena nos aguarda!
Preguntáronse furiosos:
o 109 3