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viaje del teniente y de que yo le acompaño, lo cual la «
Mará.
Así era, en efecto, puesto que, según nos consta, Mag-
dalena estaba ya enterada de todo. por «Colibrí»,
Lio único que «Alegret» pudo hacer, fué recomendar Y
Manuel y a Roque, sin decirles el motivo de su ausencia:
—Seguid vigilando.
Supuso el efecto que en los pistoleros caus aría su des-
aparición, mucho más por ignorar la causa de la misma.
Durante el camino trató de interrogar varias veces al
que acompañaba, acerca de aquel viaje repentino, y el inte-
rrogado le respondió siempre, sin darle explicación -alguna:
- —Ya lo sabrás. :
También ahora, cuando al ayudarle a apearse del caba-
Mo formuló una vez más su pregunta, el teniente le repi-
$16:
-—Ten paciencia; ya lo sabrás.
Y acercóse a la verja para llamar a ella y anunciar su
llegada.
No fué necesario que lo hiciese.
En el jardín, entre los floridos arbustos que lo embelle-
clan, dos personas acechaban y les vieron llegar.
Aquellas dos personas eran el travieso «Colibrí» y un
moro viejo de larga barba blanca. :
El moro era Hassen, uno de los servidores de confianza
de Abd-el-Azor, encargado por éste del cuidado v la custo-
| ho dia de la finca.
El primero que vió a los que llegaron fué «Colibri», y,
0 amunció diciendo:
—¡Ya están aquí!