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El falso morillo contemplaba atónito a Joaquín, reco-
Bociendo:
—Debe ser «Alegret», al que no conocia aún, deseándo- ¡
lo tanto. |
Y afirmóse satisfecho:
1. —Parece ser, en efecto, tan bueno y tan inteligente co-
100 asegura la «Chilena».
E La indicación de Hassen, relativa a él, le obligó a in-
-tervenir en la conversación, corroborando:
—Así es; he llegado hace poco, siendo portador de las
Órdenes de Abd- el-Azor, que Hassen acaba de transmi-
irte.
Observó a su vez:
Nuestro amo no está aquí todavía, pero estará muy
pronto.
De nuevo, sonriendo de un Hlodó casi perceptible, diri-
- Sló una mirada al mismo ventanal de antes. 13
Fermín, que había visto la noche anterior a «Colibri» 4
en casa de Abd-el-Azor, aunque no se fijó en él, no pudo A
- dudar de lo que oía.
A pesar de que lo disimuló, se alegró de la ausencia del
amo de la finca, pensando:
—Ojalá tarde mucho en volver: así estaré" más libre
Para practicar mis pesquisas.
Y respondió cortésmente:
Aunque me contrarie no gozar desde ahora de la com-
o pañía de Abd-el-Azor, para mí tan agradable, me confotr-
MO y reconozco que no es por su voluntad. :
Llamó Hassen a un servidor, que se hizo cargo de los
caballos, e invitó a Fermín a seguirlo, diciéndole: