1138
-—Yo no dispongo de dinero para hacer lo que considero
una obligación.
—Yo tampoco—contestó la que la escuchaba, suspiran-
do también.
—Pero dispongo, en cambio, de joyas que para nada mé
sirven, puesto que no salgo de aquí y nunca han represen- )
tado nada para mí, por grande que sea su valor.
—No se ofenda porque lo diga, pero no es justo que 4
unos les sobre lo superfluo, mientras otros carecen de lo ne-
cesario.
-—Porque así lo juzgo también, he resuelto desprender-
me de algunas de mis joyas, para con su importe acudir en
ayuda de los menesterosos. | |
—¿De veras?
Aprobándolo, la esposa del tío Pedro exclamó, conven-
cida y entusiasmada;
—¡Eso prueba lo buena que es usted!
Disimulando la contrariedad que le producía este elo-
gio, por no creer merecerlo, Azucena indicó tímidamente,
pues era lo más expuesto y delicado de su atrevido recurso”:
—Pero aun siendo como son tan buenas las personas que
me rodean, acaso se opusieran a lo que intento hacer; mi
madre sobre todo, no porque no compadezca también a los
menesterosos, sino porque pretendería desprenderse de par”
te de la cantidad de que dispone para nuestros gastos, lo
cual le costaría tal vez un sacrificio que yo no puedo permi-
tir. 5 AS
»Vale.más que yo.me prive de lo que no me hace falta, -
que no que ella se desprenda de lo que puede necesitar. -
Expuso, al fin, justificando lo que antecede: