Cuando al rayar el alba el automóvil que conducia 2
> ante la quinta
Abd-el-Azor y al marqués de Bisbal, lleg
del primero, el moro sorprendióse al anunciarle el chofer,
que se disponía a llamar, que no necesitaba hacerlo porque
la puerta hallábase abierta.
¡Abierta a tales horas siñ haber nadie junto a ella para
podria
impedir el paso a los que pretendieran entrar! ¿A
obedecer una imprudencia tan grande? ¿Habría ocurrido
ble, contrario a lo
algo durante su ausencia, algo ie:
o
que él esperaba que sucediese?
—Adelante. —- ordenó. deseando salir cuanto antes de
dudas.
A medida que se acercaban a la casa crecía la angustia
de Abd-el-Azor.
Nadie les salía al paso y fijóse en que el ventana! que pet»