Full text: [Primera parte] (1)

   
   
     
  
  
  
  
   
    
  
    
LE) 
  
Y los más continuaban asegurando, con admiración cre- 
Ciente: 
¡Es una heroína! 
¡Es una santa! : 
Pero también aquello duró poco y también tuvo un tér- 
Mino. doloroso. y brusco. 
Un día, en una de las operaciones en las que hubo de | 
Alomar parte, Eduardo cayó herido y llegó en grave estado ¡ 
Al hospital. 4 
- Su esposa, que estaba de servicio, le recibió en sus bra» 
zos, y se instaló, desde luego, a la cabecera de su cama. | 
El médico que le practicó la primera cura vaticinó des- 4 
Ñ dle luego: A i 
- —No hay salvación para él; su herida es mortal de ne- A 
Cesidad. Ml 
¡Qué desesperación la de Amparo al convencerse de que l 
Mi con su compañía, ni con sus caricias, mi con sus cuidados 
le podría salvar! 
-—Reconocía, no obstante, repitiéndoselo para mitigar su 
lor: ; 
  
  
    
        
      
     
       
    
     
   
| —He hecho bien en venir a reunirme con él, así me 
tendrá a su lado hasta el último instante y expirará en mis 
- Drazog, E 
- Pareció que el instinto de su amor le hubiese hecho pre- 
Ver lo que sucedía. 
- Comprendiendo él la gravedad de su estado, decíale agra- 
decido: eN Dian. 
- —Moriré resignado y hasta contento, pues gracias a bu 
tbnegación, hasta el último instante no dejaré de verte. 
Este era ya el único consuelo para él posible. 
   
   
  
	        
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