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substancia que le arrojó traidoramente a los ojos el que in-
tentó detener. M
No se equivocó Eliseo al suponer que en el papel que |
arrebató a su protector y guardó, estaría acaso la explicar
ción de todo.
¡Asi era. y
Cuando solos los dos entregó aquel papel a Edit para
que lo leyese, pues él por su ceguera no podía hacerlo por
sí mismo, los dos se convencieron de ello.
Guardaban aquel papel como una reliquia, y cuando la
joven hebrea logró sobreponerse a la emoción que su pro-'
pio relato le producía, lo sacó y lo mostró a Azucena y, Fer- 1
mín, y a Teresa y «Alegret» para que lo leyeran por sÍ
mismos.
Era una prueba concluyente de la certeza de cuanto re-
lataba. A
El papel en cuestión era un anónimo dirigido a Zac
rías, en el que se le decía a éste: :
«Puesto. que no has querido dar crédito a las repetidas denun-
cias que te he hecho acerca de la infidelidad de tu esposa, voy Q
ofrecerte el modo de que te convenzas de la misma.