1437
darte? ¡Sería yo tan dichosa estando a tu lado y pudiéndote
ver a todas horas, aunque no pudiera aspirar a nada más!
Asegurábale para halagarle en su avaricia:
—No tendrías que hacer para ello gasto alguno, porque
a mí me bastaría con que me dieses de comer, aunque fue-
ran las sobras de los demás sirvientes.
»Sería una servidora gratuita.
Tanto y tanto insistió en ello, que Abd-el-Azor, atento
siempre a aprovecharse de todo, calculó:
—En algún caso podría serme muy útil una ayuda tan
¡Incondicional como la suya.
¿Por qué no aprovecharse de ella, por si la llegaba a ne-
Cesitar, puesto que nada le costaba?
Había sólo una dificultad y así la expuso.
Por su condición de mujer, al entrar en su casa habría
de estar más al servicio de las mujeres de su harén que al
Suyo propio.
—¡ Eso no!—protestó ella—. Yo quiero estar a tu ser-
Vicio exclusivamente.
Y propuso, como la cosa más sencilla:
—Me vestiré de hombre y por mi edad pasaré para to-
dos por un muchacho prote gi ido tuyo.
La ocurrencia le hizo gracia al moro.
Para convencerle, Edit se le presentó u un día disfrazada
de morillo,
Tan perfecto era su disfraz y tan bien representaba su
Papel, que por un muchacho podía pasar para todos efecti-
Vamente.
Así conseguiría ocultarse aún mejor, como ella deseaba: