1897
enteráronles de lo puesto en claro la noche anterior, y com-
partieron el asombro y la alegría de los demás.
También sus felicitaciones fueron tan entusiastas como
sinceras y también como todos tuvieron frases de cariño
para Ramón, a fin de convencerle de que aquello no dismi-
nuiría el cariño y el interés que a todos inspiraba y segui-
ría inspirando.
«Alegret» lo apoyó repitiendo:
—Será para mí un hermano.
Comentando el efecto que en Fermín produciría aquella
inesperada noticia, cuando la conociese, lamentaron:
—¡No podérsela anunciar en seguida!
—Con lo que le alegraría por lo mucho que a Joaquín
quiere.
Era uno de los que tenfan más derecho a saberlo.
Pero comprendieron que debían seguir ateniéndose a la
prudencia que él había recomendado. o
Cuando les cumpliera su palabra de visitarles, entonces
lo sabría todo. ?
Acordaron ocultar por entonces lo que había sido descu-
bierto y comprobado de una manera indudable.
—No es que a mí me avergúence que se sepa quién es mi
hijo—hizo constar doña Rosalía—, todo lo contrario. Ten-
dré en ello un orgullo y uni »atisfacción.
—Ni es que a mí me asusten los p1!igros a que pueda
exponerme el saberse que soy hijo suyo, como le ocurrió a
Ramón—agregó Joaquin—. A todo estoy dispuesto y la ale-
gría de ser hijo suyo será superior a todo.
Pero la prudencia seguía imponiéndose hasta a los sen=
timientos de ambos, aun siendo como eran tan legítimos,
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