—¿Y la satisfacción de haber defendido a mi madre?
¡Por una madre debe sufrirse todo!
Buscando el modo de calmar a su amigo y de hacerle
desistir de sus propósitos, Blas preguntóle:
—Pero en resumen, ¿qué ha hecho nuestro patrono?
Porque aún no me lo has dicho, aunque por grande que sea,
no me extrañará, tratándose de él.
Luis se lo explicó rápidamente.
No tenía por qué ocultarlo.
—¿Sabes quién es el hombre que estuvo aquí ayer con
mi madre?—dijo—. Juan León.
—¿Quién es Juan León?—interrogó el que lo escuchas
ba atentamente, deseoso de satisfacer su curiosidad.
—¿No lo sabes?
—No lo he oído nombrar nunca hasta ahora.
—¡Parece mentira! Juan León es un pobre obrero que
merecería ser un señor, y gobernar y mandar como mandan
y gobiernan muchos que no sirven para el caso. Otro gallo
nos cantara. Es perseguido para ser castigado. ¿Sabes por
qué? Pues porque no vive más que para defender a los qué
padecen, aunque al hacerlo se comprometa. Porque ostá
siempre dispuesto a sacrificarse por el bien de los demás.
—¡Vaya un hombre:
—Aj ser perseguido y buscado para meterlo en la cárcel
y enviarlo al presidio y hasta al patíbulo, quizá, por Ser
eomo es y hacer lo que hace, según te digo, para que nO lo
encontrasen se refugió en mi casa...
—¿Y se ha descubierto que estaba allí?
—El señor Ramón lo ha denunciado.
—¿Cómo lo supo?