Full text: [Primera parte] (1)

  
  
  
CAPITULO LI 
Cuando la tía Joaquina, disfrazada de mendiga, salió de 
su casa para 11 a Montjuich a cumplir su promesa de entre- 
gar personalmente a Azucena el misterioso escrito en el que 
de un modo tan extraño era llamada con tanta urgencia, lo 
cual realizó con la exactitud y el resultado que hemos visto, 
doña Rosalía, rendida por la emoción, la ansiedad, la impa- 
ciencia y la angustia, quedó medio aletargada. : 
Mentira parecía que con lo mucho que había sufrido, le 
quedaran fuerzas aún para resistir tanto. 
El tio Pedro, sentado junto a la cabecera de la cama, 
guardaba silencio, no atreviéndose a turbar aquel reposo 
aunque fuera relativo y aparente. 
—(Que descanse la infeliz—pensaba—, que bien lo nece- 
sita y lo merece. 
Y comc también dominabale la fatiga. pues no habia 
  
 
	        
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