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—$i otra cosa hace, trocará en cólera nuestra indul-
gencia.
—Y castigaremos sus torpezas en vez de perdonarlas.
De modo que no podía desahogar su furor contra Mag-
dalena, que era para él lo más importante.
¿Cómo desatender a los mismos a los que debía esfor-
zarse en contentar con su obediencia? :
Ello le hizo desear:
—¡Si yo pudiera descubrir el paradero de Gloria!
En ella podría desahogar sú cólera en desquite de todos
sus fracasos, sin que nadie pudiera impedirlo, pues sus de-
rechos de esposo le autorizaban para ello.
Esto pensaba al regresar a su casa, concentrando en ello
toda su atención y preguntándose ansioso:
—¿Cómo dar con ella?
Las circunstancias hacían que a ello se redujeran por
entonces sus aspiraciones todas.
- De aquí que, como queda dicho, la ocasión no podía ser
más oportuna para lo que el condesito proponíase intentar.
Al llegar el coronel a su casa en este estado de ánimo
y disponerse a llamar para que acudiese a abrir el criado que
debía estar esperándole, pues por lo avanzado de la hora la
puerta hallábase cerrada y el resto de la servidumbre de-
bía estar ya descansando, se oyó llamar por su nombre.
El que le llamaba era Falset, que acaba de llegar también
en aquel preciso instante. i
Conocíale y sabía lo que hacía, aunque había hablado
con él muy pocas veces, y supuso: y
.—Vendrá a solicitar mi ayuda para alguno de sus se-
cretos servicios.