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Esclava como siempre de sus escrúpulos, Adela replicó:
—No; eso no puede ser; yo no puedo ir a tu casa hasta
que sea mía, y mía no será hasta que yo sea bu esposa.
Por consideración al estado de la que se mostraba en
actitud tan intransigente, Victor no quiso entablar una
- discusión cerca de ello. :
Además, dominábale la impaciencia de dirigirse cuanto
antes a la estación.
—Está bien—repuso—. Por estar a ta lado, Magdalena
seguramente se conformará a todo.
Su prisa en acudir a cumplir sus deberes filiales, hacía
que la juzgara de manera muy diferente de como antes te-
mió que fuera.
Y ofreció:
—Yo procuraré que tu traslado y el de nuestra hija pueda
efectuarse lo más pronto posible.
.
Lo cual equivalía a prometer que activaría la 'celebra-
ción del matrimonio.
Y salió presuroso anunciando:
—Hasta que dentro de algunas horas vuelva con nues-
tra hija.
Adela quedó al cutdado de una de las vecinas a quienes
¡Tomasa encargó que la asistiesen durante su ausencia.
El esposo y los hijos de la nodriza no podían permane-
cer allí durante el día porque como eran pobres, necesitaban
trabajar. : / Ed.
Hallábanse en las minas. PAP
También la enferma había rechazado los ofrecimientos
de dinero que el ingeniero le hizo, resuelta a no aceptar
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