3531
nunca, como trabajando seguiría hasta en el fondo de la
tumba.
Esto último no era una paradoja; tenía su fundamento;
porque como se hallaba dispuesto a todo, hasta a perder la
vida, había pensado muchas veces:
—$i muero procuraré morir de modo que mi muerte
sirve de estímulo y de ejemplo a los que sigan luchando.
Luego tenía razón al asegurar que hasta desde el fondo
de la tumba, seguiría tomando parte en la lucha.
Lo único que Je satisfizo fué que no le destinaran otra
vez a Marruecos, cosa que había temido.
Le habría contrariado aún más que haber de resignarse
a ira la plaza a la que le habían destinado, no por miedo
a la guerra ni por al temor de que de los lances de ésta se
aprovecharan para una nueva tentativa de asesináto en con-
tra suya, que pudiera ser más afortunada que lo fué la an-
terior; aunque" la guerra odiase en ella había probado su
valor, y las traidoras agresiones en contra suya, sólo 1ns-
_pirábanle despreciativa indiferencia. Alegrábase de no vol-
ver a Marruecos, porque comprendió:
—¿Qué podría hacer allí? Volver a convencerme de lo
que ya antes me convencí y ha contribuido a decidirme a
hacer lo que hago para tratar de ponerle término.
Confiaba, no obstante, en que llegada la ocasión, tam-
bién en Marruecos tendría su obra la debida resonancia y
sería secundada también por los que allí eran víctimas de
la tiranía y el despotismo, con el falso pretexto de la de-
fensa de los intereses nacionales. :
En lugar de resignarse, pues, a la forzosa impotencia
a que parecia querían condenarle, Fermín decidió: