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Desde el primer instante, entre soldados y prisioneros
.
reinó una confraternidad sincera.
Nadie hubiese podido*creer al ver como se trataban, que
pocas horas antes hubieran luchado como enemigos, tra-
tando de matarse unos a otros.
- Era que cumplido lo que unos y otros consideraban su
deber, volvían a ser lo que fueron siempre, hijos del pueblo,
unidos por los lazos irrompibles del corazón.