3754
dados no se comprometieron a ofrecer lo que no estaban se-
guros de poder cumplir.
Temían fundadamente que llegado el momento de dis-
parar, la emoción de que sentíanse embargados y que en-
tonces sería aún mayor, les impidiera hacerlo con la pun-
tería que se les recomendaba y pedía como un señalado
favor.
De pronto Fermín exclamó, Hernan la mano a uno
de sus bolsillos: Roa
—¡ Ahora que caigo!
Sacó un monedero y lo ellas al abldado que tenía más
próximo, diciéndole: !
—A mí ya no me hace Salta, su ejuisialo: y vosotros
podréis aprovecharos de él, aunque sea como es tan poco.
El monedero contenía únicamente unas cuantas pesetas
y algunos céntimos.
—Si más tuviese—aseguró—, más os daría,
¿De qué modo podía demostrarles mejor que no le ins-
piraban rencor alguno por lo que iban a hacer con él y que
les reconocía irresponsables. de ello? : |
Los soldados aceptaron el donativo sin intentar recha-
zarlo ni dar las gracias por él, proponiéndose repartirse 208
monedas y conservarlas como reliquias.