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—Y en cuanto mi hija me anunció su llegada—agregó
don Gabriel —, me apresuré a salir a llamarle.
Hiciéronle entrar, condujéronle al despecho y allí le en-
teraron de todo. cs
Las noticias recibidas las contenía una carta que le die-
ron a leer.
La carta era del teniente Fermín, y aunque escrita a
nombre del doctor Arús, como la persona de más respeto,
ésta era dirigida por igual a todos.
E También en nombre de todos estaba escrita, aunque él
sólo la firmara.
Empezaba justificando su tardanza en escribirles, en
cumplimiento de la prudencia recomendada por él.
Por esto aquellos en nombre de los cuales escribía, no
se atrevieron a hacerlo hasta que él hubo llegado a Madrid.
Daba detalles del viaje, que se realizó felizmente gracias
a la cooperación de Edit y Eliseo.
Enviábales las señas del sitio dónde los fugitivos hallá-
-banse refugiados, y aunque sin entrar en pormenores acer-
ca de doña Andrea y su hijo, asegurábales que las personas
que les acompañaban eran de toda confianza.
-— Recomendábales, no obstante, fugitivos no es-
cribieran a su refugio, para evi que éste pudiera ser des-
cubierto. Si deseaban escribirles, debían mandarle las car-
tas a él, para lo cual dábales s sus señas, y. él se encargaría
de entregárselas. pt
Aludía a la muerte de vane arar “indicando que,
aunque ésta fuera un pesar para Teresa, pues al fin era su
hija, acabaría por convencerse de que, como los demás, ha-
bíase librado con ello de un enemigo temible. —
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