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El entusiasmo aumentó y los aplausos fueron mayores
aún ante la admirable faena del matador.
—Estuvo colosal, más diestro y más valiente que nunca.
Al verle aparecer opinaron todos:
—A pesar de la grave cogida que ha estado a punto de
privarnos para siempre de él, vuelve más arrogante y más
gallardo.
—Parece que se haya rejuvenecido en vez de envejecer.
—Seguirá entusiasmando más que nunca a las mu-
jeres.
Al ver sus lances de capa, sus pases de muleta y sus
certeras estocadas, agregaron: ¡
—Vuelve también más diestro y más valiente.
—Más dueño de sus facultades y de su arto.
¡Y proclamaban:
—No hay otro como él.
—Tanto para rendir a las mujeres como para dominar
a los toros.
—;¡Es mucho hombre!
En el bello rostro de Gloria transparentábase la satis-
facción que le causaban los nuevos triunfos del que supo-
nian su amante.
No por ello dejaba de observar a su esposo y de mirar a
Magdalena, sorprendiendo más de una vez las sonrisas de
- inteligencia que se cruzaban entre ellos.
Esto en lugar de contrariarla parecía complacerla, pues
hacíala sonreír también de un: modo particular.
Magdalena no tuvo paciencia para esperar hasta el fi-
nal de la corrida.
Con sorpresa de todos los que de Eu se dieron cuenta,