Full text: Segunda parte (2)

  
    
    
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—¿Le hablasteis de mi?—preguntó Magdalena contra" 
riada. 
—Hubo necesidad de decírselo todo; y aunque ello te 
enoje, nos proporcionó la satisfacción de que el teniente 
Fermín y todos los que nos oían, te hicieran justicia. 
Para demostrarlo así le hizo presente lo que Fermín y 
todos le habían encargado que le dijese de parte suya, renun- 
ciando a hacerlo personalmente por no contrariar su deseo 
de no dejarse ver. 
—Y en él persistiré aunque de todo. se hayan enterado 
—se propuso ella—. Seguiré defendiéndoles y luchando por 
ellos, pero desde lejos. 
—No sabes, por último—continuó Joaquín—, el motivo 
de la visita del tBniente Fermín. | 
—¿No lo he de saber?—replicó con amargura Magda» 
lena—. Lo supongo. ) 
Comprendiendo que aludía a su natural deseo de ena- 
morado de ver a Azucena, «Alegret» repuso: 
—Te equivocas. El teniente Fermín fué a enterarnos de 
una carta recibida para todos de las personas que nos am- 
pararon en Valencia, y de las cuales debes tener noticias, 
aunque no las conozcas. Esa carta fué para mos una sa- 
tisfacción inmensa, 
—Sobre todo para mi-—dijo Ramón sin poder contener- 
se—, porque en ella se nos habla de mi madre, en una for- 
ma muy distinta a la que cabía temer y esperar. E 
Magdalena dirigió una furtiva mirada a la puerta del 
dormitorio, adivinando el efecto que debía causar a la que 
tras 6l estaba sin duda escuchando. 
—Usted sabe quién es mi madre—confesó Ramón—, y 
 
	        
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