2968
Así lo hicieron y mientras la que les había invitado a
hacerlo cerraba la puerta, repitió dirigiéndose a aquel al
que lo había dicho:
—Creo que este joven podrá decirle lo que deseaba saber
y yo ignoro, porque me consta que posee la confianza de la
única que podría decírselo, y acaso esté enterado de ello.
Pareciendo tener prisa en acabar pronto, el caballero
desconocido manifestó a «Alegret»:
—No he venido en busca de Magdalena porque sabía que
no había de encontrarla aquí; he venido a ver si podía ave-
riguar las señas del domicilio de una persona a Magdalena
muy íntimamente unida y a só que necesito ver con la ma-
yor urgencia.
—¿Quién es esa persona?—interrogó Joaquín.
Pareció que el interrogado vacilara en decirlo, pero la
dueña de la casa intervino respondiendo por él:
—Una señora amiga de doña role llamada doña
Aurelia. O
Añadió, como detalle complementario:
—No sé de ella nada más; sólo puedo añadir que creo
que quedó viuda recientemente y que por ello va vestida
de luto.
- El nombre de Aurelia impresionó a Joaquín.
¿Para qué desearía aquel desconocido saber su paradero
y para qué desearía verla con tanta urgencia? ¿Sería con
buen fin? *
—¿Sabe usted quién es y dónde está? preguntó impa-
ciente el caballero—. ¿Puede usted facilitarme sus señas en
seguida, según necesito y deseo?
Pd