2979
“de su esposo, en vez de inspirarle compasión, era fundada, |
pues aunque hubiese hecho lo que vamos a ver, seguía 1g-
norando que la verdadera autora del fracaso sufrido era la
duquesita, por las confidencias que ésta hizo a «Corderito»
y que sirvieron para salvar a Fermín del peligro que le
amenazaba.
Enterado en seguida del fracaso sufrido, apenas éste
tuvo lugar, Cifuentes se retiró a su casa aterrado y allí re-
flexionó:
—No habiéndome apoderado de Fermín en la reunión
inútilmente sorprendida, lo cual habríale reducido a la im-
potencia, se valdrá de la lista que Magdalena le propor-
cionó, arrancándomela con sus falsas coqueterías, y aumen-
bará en contra mía el enojo de los que siguen creyendo que
yo esa lista facilitó, por mucho que me empeñe en negarlo.
Y así como antes prescindió de intentar nada, contra
Magdalena, por confiar en que quedaría vengado de ella
con la prisión de Fermín, ahora, no conseguido esto, de-
cíase fuera de si:
—;¡Necesito castigarla, tener la satisfacción de verla su-
frir, aunque con ello no logre remediar los males que me
ha causado! )
Y como la pasión, a pesar de todo seguía dominándole,
agregaba:
-—Necresito también, satisfacer de cualquier modo los:
deseos que para engañarme ha despertado en mí con sus
fingidasr caricias y sus falsas promesas.
Lo uno y lo otro le serviría de compensación, ya que
no de remedio, para los perjuicios de las malas consecuen-,
cias que tenía.