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sus manos, y aun cuando este cayera en las de |
su Eminencia, no nos acarrearia ningun com-
promiso; pero como el criado que la lleve, puede
hacernos creer que ha estado en Londres, y de-
tenerse en Chalellerault, no le daremos mas que
la mitad de la suma, prometiéndole la otra mi-
tad en cambio de la respuesta. ¿Teneis el dia-'
mante? continuó Athos.
—Tengo otra cosa mejor, pues es su importe, |
dijo d'Artagnan.
Y echó la bolsa sobre la mesa. Al sonido del
oro, Aramis levantó los ojes, Porthos se estre-
meció; solo Alhos permaneció impasible.
—¿Cuánto hay en esta bolsa? preguntó.
—Siete mil libras, en luises de doce francos.
— ¡Siete mil libras! esclamó Porthos, ¡ese dia-
mantillo valia siete mil libras!
—Así parece, dijo Athos, puesto que las veis
ahí; porque no creo que nuestro amigo d'Arta-
gnan, haya mezclado en ese dinero el suyo.
nos que podemos hacer por él. |
—Es verdad, dijo Athos; pero esto toca á.
Aramis. |
—¡Pues bien! respondió este ruborizándose, '
¿qué hay que hacer?
—Es muy sencillo, respondió Athos, redactar.
una segunda carla para esa hábil persona que.
reside en Tours. |
Aramis volvió á tomar la pluma, se puso á re-
flexionar de nuevo, y escribió las siguienles 1d
neas que espuso al instante á la aprobacion de.
sus amigos:
«Mi querida prima.» |
—¡Ah! ¡ah! dijo Athos, ¿esa persona hábil es.
NOVELAS.
maldito inglés habia sido muerto. No puedo acor-
darme si esto fué por el hierro ó por el veneno,
lo único que sé es que estaba muerto, y bien
sabeis que mis sueños no me engañan nunca.
Confiad en que volvereis á verme muy pronto.»
—¡Perfectamenle! esclamó Athos; sois el rey
de los poetas, mi querido Aramis; hablais como
¡el Apocalipsis y decís tanta verdad como el Evyan-
gelio. Ahora no falla mas que poner la direccion
á esa carta.
—Eso es muy fácil, dijo Aramis.
Y doblando con delicadeza la carla, la volvió
¡4 tomar, y escribió:
«A la señorita Michon, modista en Tours.»
Los tres amigos se miraron riendo, pues ha-
bian quedado burlados en sus esperanzas.
—Ahora, dijo Aramis, comprendereis, seño-
¡res, que solo Bazin puede llevar esta carla á
Tours. Mi prima no conoce mas que á él, y no
¡tiene confianza mas que en él. Cualquiera otro
—Pues señores, en todo lo que hemos hablado.
no hemos pensado para nada en la reina, dijo.
d'Artagnan; tengamos alguna consideracion á.
la salud de su querido Buckingham: y es lo me-.
parienta vuestra? |
—Prima hermana, dijo Aramis.
—Adelante con la prima.
Aramis continuó.
echaria á perder el asunto. Además, Bazin es am-
bicioso y prudente, ha leido la historia, señores,
sabe que Sixto V llegóá ser papa despues de ha-
ber estado guardando cerdos, y como liene espe-
¡ranzas de entrar en el gremio de la lelesia al
mismo tiempo que yo, no desconfia de llegar á
'ser papa ó cuando menos cardenal. Ya veis que
un hombre cue tiene semejantes miras, no se
dejará cojer, ó si le cojen soportará el martirio
antes que hablar.
—Muy bien, dijo d'Arlagnan, os concedo con
la mejor voluntad que vaya Bazin; pero conce-
dedme á mí que vaya tambien Planchet. Milady
le hizo poner cierto dia á la puerta con bastantes
palos: Planchet tiene buena memoria, y os res-
'pondo de que si cree posible una venganza, se
dejará apalear, mas bien que rerunciar á ella.
Si los asuntos de Tours son de vuestra cuenta,
los de Londres son de la mia, así os suplico que
se elija á Planchet, que ya ha estado conmigo, y
¡que sabe decir muy correctamente London, sir,
—«Mi querida prima, su Eminencia el carde- |
nal, que Divs conserve para el bien de la Fran-
cia, y la confusion de los. enemigos del reino,
está próximo á concluir con los rebeldes herejes
de la Rochela; es probable, que el socorro de la
flota inglesa no llegue niaun á la vista de la
plaza, y casi me atreveré á decir, que estoy se-
guro de que Buckingham se verá imposibilitado
de partir á causa de algun grave acontecimiento.
Su Eminencia es el mas ilustre político del
tiempo pasado, del presente, y tal vez del veni-
dero. El apagaria el sol, si este le incomodase.
Comunicad estas felices nuevas á vuestra her-
mana, mi querida prima. He soñado que ese
1f you please, y my master, lord d'Artagnan.
Con esto, no tengais cuidado, que irá y vendrá
¡sin perderse,
—En tal caso, dijo Athos, es menester que
Planchel reciba setecientas libras á la ida, y otras
selecientas á la vuelta, y Bazin trescientas en
cada una de estas dos ocasiones, lo cual reducirá
la suma á cinco mil libras. Tomaremos cada uno
mil libras para emplearlas como nos parezca, y
dejaremos un fondo de otras mil que guardará el
abale para los casos estraordinarios ó para las ne-
cesidades comunes. ¿Qué tal os parece?
(Se continuará.)
- Gracia: Tip. de J. Aleu y Fugarull, Sta. Teresa, 10.
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