MUSEO DE NOVELAS. 283
en el salon del Parpaillot, 4 tiempo que los cua- que el suizo, soñó que Aramis habia llegado á
lro amigos iban á almorzar, diciendo segun te- ser papa, y que le ponia el sombrero. de Car
nian ya convenido: ¡denal.
—Aramis, aquí teneis la respuesta de vuestra | Pero, como hemos dicho, Bazin, con su afor-
señora prima. 'Lunada vuelta, no habia quitado mas que una
Los cuatro amigos se miraron unos á otros con ¡parte de la inquietud que eguijoneaba á los
alegría, pues la mitad del asunto estaba despa- | cuatro amigos. Los dias en que se espera algo,
chado, aunque es verdad que era la corta y la | parecen mas largos, y d Artagnan hubiera apos-
mas fácil. ¡tado que enlonces tenian cuarenta y ocho horas.
Aramis, ruborizándose, lomó á pesar suyo la Olvidaba las detenciones de una navegacion,
carta que estaba escrita con una letra losca y sin se pintaba con los más vivos colores el poder de
ortografía. milady, y vela á aquella mujer en su imagina-
—i¡Gran Dios! esclamó riéndose, eslo es para 'cion semejante á un demonio, rodeada de espí-
desesperarse. Jamás esta pobre Michon escribirá ritus infernales que acudian á su ayuda para el
como Voilure. logro de sus planes. Al menor ruido se figuraba
—¿Qué guerer eso tesir? esa bovre Miyon? pre- que venian á prenderle, y que traian á Planchet
guntó el suizo que fué á mezclarse en la con- | para carearle con él y con sus amigos, y hasta
versacion con los cuatro amigos cuando estos | la grande confianza que lenia en su digno emi-
recibieron la carta. “sario se iba disminuyendo de dia en dia. Aquella
—Nada, amigo mio, nada, dijo Aramis, es uba ¡inquietud era tan fuerte, que Porthos y Aramis
linda costurera á quien he amado bastante, y á ¡iban participando de ella. Solo Alhos permanecia
quien he pedido algunas líneas como un re- impasible, como si no se viera amenazado de
cuerdo. ningun peligro, y respirase en su atmósfera
—¡Guerrno! dijo el suizo, si es lan cran señorra acostumbrada.
omo su letra, vos estaren crande, mi amarrada. | El dia décimoseslo, eran tan visibles aquellas
> > o > a
Aramis levó la carta y la pasó á Athos. ¡señales de agltacion en d'Arlaenan y sus dos
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—Ved lo que me escribe, Athos, dijo. amigos, que no podian eslar quietos en ningun
Este hechó una mirada rápida á la carta, y ¡sitio y andaban errantes como sombras por el
para desvanecer todas las sospechas que se hu- | camino de donde debia volver Planchet.
bieran podido concebir, leyó en alta voz: | —Verdaderamente, les decia Athos, no pare-
«Primo mio, mi hermana y yO adivinamos |ceis hombres sino niños cuando una mujer o0s
perfectamente los sueños y nOs causan un miedo ¡infunde tanto miedo. ¿De que se trata en último
terrible, pero del vuestro espero que podrá de- | resultado? ¿De que nos prendan? Ya nos sacarán
cirse que un sueño es un engaño: adios, muntle- |de la cárcel como han sacado á la señora Bona-
neos bueno, y haced que algunas veces oigamos |¡cieux. ¿De ser decapitados? ¿Pues no vamos á
hablar de vos.» 'esponernos todos los dias alegremenle en la
»ÁGLAE MICHON>. ¡trinchera á algo peor que eso, pues que una bala
—¿Y de qué sueño habla? pregunló el dragon, | puede rempernos una pierna? y esloy seguro de
que se habia acercado durante la lecbura. ¡que el cirujano al cortarla hace padecer mas que
- —Sí, de igual sueño, dijo el SsulzZo. ¡el verdugo al corlar la cabeza. Tranquilizaos,
—Pardiez, repuso Aramis, eso es ¡nu y sencillo, | señores, dentro de dos horas, de cuatro, de seis,
un sueño que he tevido, y que le he contado. ¡estará aquí Planchel: él ha prometido eslar con
— ¡Jah! sí, partiéz es muy sensicho, el gonlar | puntualidad, y yo lengo mucha fé en sus pro-
un sueño, pero chó nunga sueño. esas, pues me parece 1mUu y buen muchacho.
—Sois muy afortunado, dijo Athos levantán= | Ñ—¿Pero y si no llega? dijo d'Arlaguan. |
dose, y yo quisiera poder decir obro tanto. —¡Qué! si no llega será porque se habrá re=
—Nunga, repuso el suizo satisfecho de que un: tardado algo; puede haberse caido del caballo;
hombre como Athos le envidiara algo. Nunga, puede que este le haya hecho dar un sallo del
Dunga. puente abajo, Ó puede haber corrido con tanta
D'Artagnan viendo que Athos se levantaba, | celeridad, que le haya sobrevenido un alaque de
hizo otro tanto, tomó su brazo y salió con él. pecho; es menesler hacerse cargo de las cosas,
Porthos y Aramis se quedaron para hacer señores. La vida es un rosario de miserias que
frente á los dichos y ocurrencias del dragon y el filósofo pasa riéndose. Sud filósofos como yo,
del suizo. señores, sentaos á la mesa y bebamos. Nada hace
Bazin por su parte fué á tumbarse sobre un | parecer la vida tan alegre como el mirarla al
monton de paja; y como lenia mas imaginacion | lravés de Un Vaso de vino de Camberlin.