Full text: Tomo 2 (02)

o CARLOS 
sin preocuparse de sus vecinos de mesa. 
Pero estos puestos en curso por la buena 
comida. y -las frecuentes libaciones á las 
cuales se entregaban, no tardaron en su- 
bir la voz; hablaban con volubilidad y el 
vizconde no perdió una palabra de su diá- 
logo ' 
Por aquel entonces el noble bandido tenía 
'algo mejor que hacer que interesarse en 
la charla de los extranjeros. 
Preguntábase lo que le habría dedo 
al compañero de la señorita Josselin. 
Otro hubiera preguntado á los mozos del 
hotel, pero el señor de Blaisois era dema. . 
siado prudente para exponerse Á descubrir 
el menor detalle, y esperaba que el azar 
viniese luego á decirle lo que le interasaba 
saber. 
Los gritos de sus vecinos le. excitaban 
atrozmente. 
Después de haber hablado de sus respec- 
tivos asuntos, de política y de las próximas 
elecciones, los dos festivos comensales se 
_ pusieron á contar algunas sorprendentes 
- Aventuras que no dejan nunca de alegrar 
la existencia de los señores comisionistas 
de todos los Paises. de 
Hablaban con la facilidad pe la charla 
profesional, contando con convicción las his- 
- torias más extraordinarias. : 
El representante en gorras narraba con 
- una prolijidad desesperante, la última des- 
gracia de la cual había sido el héroe en. 
- un hotel de Ohío, 
—Imaginaos que los Loleisics: aprove- 
chándose de mi sueño, fracturaron la puerta 
¡de mi habitación y me robaron todos mis 
trajes hasta los más indispensables... Yo 
me encontraba en paños menores, y sin 
un cuarto, sin más que unos calzonzillos 
y 'un gorro de algodón!.... La situación VÍA 
era embarazosa y otro que no hubiera sido 
yo hubiera perdido. la cabeza. 
Resueltamente el señor. 
rigió al vizconde. LES 
; -—¡ Esto es como lo cuento, señor! Me 
contraba en el hotel Hancison poco des- 
és en la situación de un bañista de Co- 
"Island 4 la hora del baño, y os pre- 
E carta ee á la metas Josselin. 
e 2 hubierais. e en mi. lugar? 
r hael se de 
- —=¡No lo dudéis !.. 
SOLO 
—¿Es á vos á quién ocurrió esa av 
tura ? 
—| Sí señor | 
—¡Entonces sois vos también quien 
saber como salísteis del asunto! 
Tras esa respuesta tan significativa 
vizconde puso su servilleta en la mesa 
vantóse y estiróse sin o de: 
dos viajeros. y 
Estos se miraron un instante muy des 
tentos. 
—¡Poco cortés es el caballero! 
Marshael. 
—Todos estos Virginianos son lo mi 
En cuanto tienen los «dollars» 4 montos 
creen que el resto de los ciudadanos de l. 
Unión es inferior... Yo conozco uno, al CU 
cierta mañana ofrecí mis servicios... ] 
esto no os interesal... ¡Si jugásemos: 
«punk» al «poker»? : 
- —Pienso que sería preferible dejar 
' ponche para mañana? 
—¿Qué habitaciones nos han dado? 
preguntó el señor Daton. 
a e AR y 
—¿Al lado del hacendado de Richmond 
que ¡aquí para «inter nos», debe ser 4 
muy mal dormir. 
—¡ Precisamente | 
- El comisionista de vinos pda tomad 
la pluma que le dió el dueño del Try 
Hotel y se disponía á pones su ta 
el registro. 
Pero de repente, se arrepintió. 
—¡ Vaya, no nos vamos á la cama si 
haber bebido de una sentada, señor hos" 
telero, una, botella de vino rancio, y. 
mejor, brinidaréis con nosotros. 
_ El dueño se retiró, para ejecutar la or 
dejando el libro entre las manos. de 1 
viajeros, : en 
El señor Darton ajeovañó esta circu 
tancia para sacar la carta ¡del bolsilh 
comparar la escritura con una de las fi 
- mas del registro. 
——¿Y qué replsinbde el do Marsha 
¡ . Las letras escritas €N 
este libro por nuestro Tom Oliver, ofrecen 
una semejanza sorprendente con los de : 
 
	        
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