LA SEÑORITA
mada, muy bien tomada 'y cuando tengo
—Tenéis mala cabeza, pero vuestro cora-
Mi corazón. ¿Es que un loco, una vieja :
tia como ya, posee aún corazón? ¿Para
latía este corazón?
—Para nosotros á quienes amáis y que
—Os amaré de lejos y 0s escribiré cuan-
2 presente ocasión y mientras que una
la. enemiga no me envíe á reunirme con.
pobre Keradec. Me enviaréis á decir
stros pensamientos por insignificantes
sean: y duanido os hayáis casado, cuan-
los meceréis contándo-
«Era
engáis hijos,
n cuento de la madre
l. vez un original viejo, que se llamaba
Stides...» Pero hasta el bravo John se
icienta: Adiós, camaradas...
volviéndose hacia Van Berkel:
Tomo parte de vuestro regimiento. E
señor?
de. Ote:
lándo partimos,
r habituados que se hallasen á las tan-
as de Arístides, sus amigos estaban es-
señor 'Dontgal y Eustaquio Gal 'mard.
Apartaron del. grupo, atrajeron á Arís-
aparte y se hablaron. durante un:
en voz baja. ] 4 3
odos esperaban con. cs el resul
le esta entrevista. da
co á poco, los: rasgos del rostro: del
Mco se desarrugaron y l sonrisa dea di
em sus labios. :
y tonces, ¿cresis que saldrá, bien?—
mon
MONTECRISTO 78
—Sí, compro el. mayor teatro de Pa- |
En caso de necesidad,
que vos seréis director, y en él pondremos-
en escena el drama de Galimard.
—Esto cambia el asunto del todo.
—¿Y nos seguís? |
—¡Ah! los triunfos del escenario, los re-
flejos de las luces, la atmóstera de la sala.
de espectáculos; los frenéticos aplausos de- ,
los locos, la gloria de una pieza de éxito...
—Sí, yo siento que mi corazón latirá aún
por todo esto. : | :
El rostro de Arístides había sufrido una.
total transformación ; este hombre tan ex-”
traño, el amor á las tablas, la pasión de-
surtido efecto una.
los oropeles, habían
vez más.
—¡En marc ha! —dijo el. señor Donegal.
«La Florida» debe haber franqueado E
paso, de Kosi-Bay,- antes de la noche.
Los que marchaban cambiaron un últi
mo adiós, un último estrechamiento de ma- a
nos con. los que quedaban. a
- Después. nuestros amigos: entraron en e
bote que les condujo: al navío.
En cuanto á «La. Florida» ms ancla,
“volviendo su punta. hacia el Sur los come
_pañeros de la señorita: Montecristo: Agra
_pados: en la popa: agitaban sus: pañuelos,
—¡ Vivan los. boers!-—gritó. una: voz fuer— |
_ te Biol a del ua de
hor, cuyo
On cañonazo
í ca henteleali . oe isllrin de.
| cristo», drama. en nueve: actos dl diez. Dd
construyo uno |
Lora