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mente y en gran cantidad; trata, frecuenta,
uiere á alguna bailarina 6 á alguna operista; |
pero amores volanderos, mariposa ligera, vuela
de flor en flor. Tiene algún amor sentimental, y
no está nunca sin intrigas, pero intrigas de peli-
ro y consecuencia: es el terror de los padres y.
de los maridos. Sabe que, semejante á la mone-
da, sólo toma su valor de su curso y circulación,
y por consiguiente no se adhiere á una mujer
ino el tiempo necesario para que se sepa. Una
z satisfecha la vanidad, ¿qué podría hacer de
? El estancarse sería perecer; se creería falta
de recursos 6 de mérito su constancia. Cuando
a boga decae, la reanima con algún escándalo
igero; un escándalo es para la fama y la tortu-
na del “calavera““ un leño seco en la lumbre:
lina hermosa ligeramente comprometida, un
marido batido en duelo, son sus despachos y su
pasaporte; todas le obsequian, le pretenden, se
le disputan. Una mujer arruinada por él, es un
mérito contraído para con las demás. El hombre
no “calavera'*, el hombre de “talento y juicio:
se enamora, y por consiguiente es víctima de las
mujeres: por el contrario, las mujeres son las
víctimas del “calavera”. Digasenos ahora si el
hombre. de “talento y juicio" ' no es un necio o
El fin de éste es la dd misma; una posición
cial hueva, un empleo distinguido, una boda
- ventajosa, ponen término honroso á sus inocen—
tes travesuras. Semejante entonces al soi en su
ocaso, se retira majestuasamente, dejando, si se
casa, su puesto á otros, que vengan enélá la
sociedad ofendida, y cobren en el nuevo marido,
á veces, con crecidos intereses, las letras que él
contra sus antecesores girara.
ló una observación general haremos antes
de concluir nuestra artículo acerca de lo que se
llama en el mundo; vulgarmente ““calaveradas““.
- Nos parece que éstas se juzgan siempre por los
resultados; por consiguiente, á veces una línea
imperceptible divide únicamente al “calavera
del “genio“, y la suerte caprichosa los separa 6 AS
los confunde en una para siempre. Supóngase
que Cristóbal Colón perece víctima del furor «
su gente antes de encontrar el Nuevo Mundo, y >
que Napoleón es fusilado de vuelta de Egipto,
como acaso merecía; la intentona de aquél y la
insubordinación de éste hubieran pasado por dos
“Calaveradas"““, y ellos no hubieran sido más que pe
dos ““calaveras'*. For el contrario, en el día es-
tán sentados en gran libro como dos “grandes
hombres, dos genios“. E
"Tal es el modo de juzgar de ll hombres; sie :
embargo, eso se aprecia, eso sirve muchas veces
. de regla. ¿Y por quér.... Porque tal es de “opi-
nión pública'-