EL ANCE DE
LA GUARDA
—Buenas noches, madre mía — dijo
dándole un beso en la frente,
—Que descanses, hijo mío.
Miguel se encerró en su cuarto, dejóse
Caer en una silla y se quedó pensativo,
"Tenía necesidad de estar solo.
La víspera de un duelo tiene el hom-
bre precisión de reconcentrar su pensa-
iento.
Además, Miguel quería despedirse de
$ padres y de Margarita.
Después de algunos momentos de re-
flexión e inmovilidad, se dijo: :
-—Escribamos la despedida, por si la
Suerte me es contraria, y luego procu-
laré dormir un par de hcras; de ese
modo mi pulso estará más sereno,
Miguel se puso a escribir.
La primera carta fué dirigida a sus
Padres; les pedía en ella perdón de todas
Sus culpas; carta llena de ternura, de
cariño filial, despedida tierna de un
ijo bueno y respetuoso a sus padres.
- —¡Ahli=se dijo cerrándola—. Si des-
graciadamente Andrés me máta, esta:
Carta hará derramar muchas lágrimas
a mi pobre madre; pero es preciso de-
Cirle algo; yo sólo he escrito lo que me
ha dictado el sentimiento.
Miguel dejó la carta cerrada sobre la
taesa y se quedó pensativo.
Iba a escribir a Margarita, y esta car-
a le parecía más difícil, pues no en-
itraba la manera de comenzarla.
¿Qué le diría para despedirse, para de-
Mostrarle que no la había olvidado? ¿líra
a cariñosa confianza del hermano, o la
apasionada frase del enamorado. la que
debía emplear?
Miguel vaciló durante ein tiempo.
De vez en cuando se llevaba una mano
A la frente y suspiraba. -
Margarita se había cad a sus
Ojos como:una visión encantadora, y es-
ta visión, grabándose en su alma im-
Presionable, la llenaba por completo.
ES. Lo que Miguel sentía era los efectos
del primer amor; pero no sabiendo de-
fnirlos, dudaba.
Por fin cogió la pluma y dejó correr
a mano sobre el papel sin darse cuenta
de lo que escribía, obedeciendo, más que
su cabeza, a su corazón, a su ro al
He aquí lo que escribió:
«Margarita: Desde el momento ventu-
0so en que tuve la dicha de librar a
Sted de las infames asechanzas de un
mbre e indigno hasta el ia en que
tomo la pluma para enviarle tal vez mi
prostera despedida, he sentido conmover-
se mi alma de un modo tan grato como
desconocido para mí.
En vano me pregunto la causa de lo
que siento; ni puedo responderme, ni ex-
plicarme las emociones que experimen-
to. Escribo, sin embargo, para decirle
que en breve debo batirme con un hom-
bres, pues así me lo manda el honor; y
si el destino ha decretado que yo deje
de existir, puede usted tener la seguri-
dad de que mi último pensamiento será
dedicado a usted y a mi querida madre.
Como esta carta sólo llegará a manos
de usted si yo dejo de existir, puedo con-
signar en ella sin temor todo lo que sien-
to en este instante.
Dejándome llevar por un-impuiso de
mi corazón, y obedeciendo además las
órdenes y deseos de mi madre, me resol-
ví a salvarla del peligro que la amena-
zaba. ce
Usted sabe lo que sucedió; pero lo que
usted ignora, y yo voy a revelarle, es lo
que experimenté durante el tiempo en
que permaneció usted desmayada.
Jamás mujer alguna me había impre-
sionado tanto como usted, durante al-
gunos minutos permanecí extasiado con-
templándola, y sintiendo que su hermo-
so semblante se iba poco a poco graban-
do en mi alma; hasta tal punto que al-
gunas veces, aunque cerré los ojos, con-
tinuaha viéndola a usted, como me su-
- cede en este instante.
Al' recobrar usted el conocimiento,
cuando sus ojos se fijaron en mí con la
vaguedad propia del estado en que us-
ted. se encontraba, sentí aquella mirada
penetrar dulcemente hasta el fondo de
mi corazón. ,
Nunca voz humana ni add más
dulcemente en mis oídos que la de usted
al dirigirme sus anal frases de grati- e
A cod de
- Desde el momento en que: nos - separa-
mos hasta este en que escribo, mi O
puede decirse que ha sido un hermoso
sueño, del que qe vez elas en E A
: eternidad.
En vano procuro. buscar una. lea 16: |
- gica y convincente para explicarme cómo
z conociéndola a usted desde el verano úl-
timo he podido dejar pasar tanto tiem-
po sin experimentar lo que sentí por vez HAS?
primera en la casa de. la calle de sae: Ca- UN
E 2 dos aa CO ar ¡