Full text: Tomo segundo (002)

EL ANCE DE 
LA GUARDA 
  
—Buenas noches, madre mía — dijo 
dándole un beso en la frente, 
—Que descanses, hijo mío. 
Miguel se encerró en su cuarto, dejóse 
Caer en una silla y se quedó pensativo, 
"Tenía necesidad de estar solo. 
La víspera de un duelo tiene el hom- 
bre precisión de reconcentrar su pensa- 
iento. 
Además, Miguel quería despedirse de 
$ padres y de Margarita. 
Después de algunos momentos de re- 
flexión e inmovilidad, se dijo: : 
-—Escribamos la despedida, por si la 
Suerte me es contraria, y luego procu- 
laré dormir un par de hcras; de ese 
modo mi pulso estará más sereno, 
Miguel se puso a escribir. 
La primera carta fué dirigida a sus 
Padres; les pedía en ella perdón de todas 
Sus culpas; carta llena de ternura, de 
cariño filial, despedida tierna de un 
ijo bueno y respetuoso a sus padres. 
- —¡Ahli=se dijo cerrándola—. Si des- 
graciadamente Andrés me máta, esta: 
Carta hará derramar muchas lágrimas 
a mi pobre madre; pero es preciso de- 
Cirle algo; yo sólo he escrito lo que me 
ha dictado el sentimiento. 
Miguel dejó la carta cerrada sobre la 
taesa y se quedó pensativo. 
Iba a escribir a Margarita, y esta car- 
a le parecía más difícil, pues no en- 
itraba la manera de comenzarla. 
¿Qué le diría para despedirse, para de- 
Mostrarle que no la había olvidado? ¿líra 
a cariñosa confianza del hermano, o la 
apasionada frase del enamorado. la que 
debía emplear? 
Miguel vaciló durante ein tiempo. 
De vez en cuando se llevaba una mano 
A la frente y suspiraba. - 
Margarita se había cad a sus 
Ojos como:una visión encantadora, y es- 
ta visión, grabándose en su alma im- 
Presionable, la llenaba por completo. 
ES. Lo que Miguel sentía era los efectos 
del primer amor; pero no sabiendo de- 
fnirlos, dudaba. 
Por fin cogió la pluma y dejó correr 
a mano sobre el papel sin darse cuenta 
de lo que escribía, obedeciendo, más que 
su cabeza, a su corazón, a su ro al 
He aquí lo que escribió: 
«Margarita: Desde el momento ventu- 
0so en que tuve la dicha de librar a 
Sted de las infames asechanzas de un 
mbre e indigno hasta el ia en que 
tomo la pluma para enviarle tal vez mi 
prostera despedida, he sentido conmover- 
se mi alma de un modo tan grato como 
desconocido para mí. 
En vano me pregunto la causa de lo 
que siento; ni puedo responderme, ni ex- 
plicarme las emociones que experimen- 
to. Escribo, sin embargo, para decirle 
que en breve debo batirme con un hom- 
bres, pues así me lo manda el honor; y 
si el destino ha decretado que yo deje 
de existir, puede usted tener la seguri- 
dad de que mi último pensamiento será 
dedicado a usted y a mi querida madre. 
Como esta carta sólo llegará a manos 
de usted si yo dejo de existir, puedo con- 
signar en ella sin temor todo lo que sien- 
to en este instante. 
Dejándome llevar por un-impuiso de 
mi corazón, y obedeciendo además las 
órdenes y deseos de mi madre, me resol- 
ví a salvarla del peligro que la amena- 
zaba. ce 
Usted sabe lo que sucedió; pero lo que 
usted ignora, y yo voy a revelarle, es lo 
que experimenté durante el tiempo en 
que permaneció usted desmayada. 
Jamás mujer alguna me había impre- 
sionado tanto como usted, durante al- 
gunos minutos permanecí extasiado con- 
templándola, y sintiendo que su hermo- 
so semblante se iba poco a poco graban- 
do en mi alma; hasta tal punto que al- 
gunas veces, aunque cerré los ojos, con- 
tinuaha viéndola a usted, como me su- 
- cede en este instante. 
Al' recobrar usted el conocimiento, 
cuando sus ojos se fijaron en mí con la 
vaguedad propia del estado en que us- 
ted. se encontraba, sentí aquella mirada 
penetrar dulcemente hasta el fondo de 
mi corazón. , 
Nunca voz humana ni add más 
dulcemente en mis oídos que la de usted 
al dirigirme sus anal frases de grati- e 
A cod de 
- Desde el momento en que: nos - separa- 
mos hasta este en que escribo, mi O 
puede decirse que ha sido un hermoso 
sueño, del que qe vez elas en E A 
: eternidad. 
En vano procuro. buscar una. lea 16: | 
- gica y convincente para explicarme cómo 
z conociéndola a usted desde el verano úl- 
timo he podido dejar pasar tanto tiem- 
po sin experimentar lo que sentí por vez HAS? 
primera en la casa de. la calle de sae: Ca- UN 
E 2 dos aa CO ar ¡ 
 
	        
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