Full text: Tomo segundo (002)

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FOLLETIN. 08 El MERCANTI 
VALENCIANO 
  
-—Es que tú tienes una natur 
vilegiada. e 
«¡Bah! Lo mismo la tiene mi hijo; co- 
mo que .es mi propia sangre, 
—Miguel es sano y robusto, 
—¡Pues es claro! 
—Eso me inspira alguna confianza, 
"Y. a mí la seguridad de que se resta- 
blecerá pronto, 
Micaela y Francisco procuraban tran- 
quilizarse mutuamente, pero ambos te- 
nían sus temores. 
-—A pesar de todo—afiadió Micaela re- 
asumiendo la cuestión de un modo ver- 
daderamente maternal—, sería mucho 
mejor que no hubiera tenido ese picaro 
desafío, 
¿Tienes razón; seta da que no £s- 
- tuviera herido; pero « eso ya no tiene re- 
medio. 
Yo no sé qué necesidad tienen de 
batirse los hombres 
El honor les obliga a cometer mu- 
chas tonterías; peto asi está montada la 
sociedad... 
En aquel momento. Miguel exhaló un 
gemido, y sus padres: corrierón a la al- 
coba.: 
El horido estaba con los ojos abiertos, 
y se sonrió al ver a su madre, que se 
inclinó sobre la cama. para contemplarle 
a 6u placer. 
—¿Qué te duele, Miguel? —preguntó Mi. 
caela con acento cariñoso, 
«Neda madre solas aras: cd toy bien, 
Quiero un poco de agua; temgo muci 
sed, 
—Ye daré agua, 
más, y azucarada, 
-—Como usted quiera, 
Mientras ei coronel introdujo el bra 
por ABUJA del almohadón para levamid 
un poco la cabeza de su hijo, Micaeld 
bo: un vaso de agua, desbizo en él su 
esponjado y le aproximó a los labios de 
Miguel. 
—¡Al ht 
poro un poco nada 
¡Qué buenas son las madrid 
dijo el herido después de beber—. Todá 
de vida tendré remordimientos por el 
nat día dis les he dado a ustedes hoy 
ae pienses en eso, hijo. Ahora a ver 
si puedes dormir un ratito. El médico. 
ha encargado que hables poco, y es pit” 
cisc seguir al pie de la letra sus constr 
j08. 
Micaela besó a su hijo en la frente. : 
arregló la vuelta de la colcha y se sentó 
en la silla que había en la cabecera... 
E! coronel, viendo que su hijo cerraba 
los ojos disponiéndose a dormir, salió 
de la alcoba y ee puso a dar paseos Dr X 
el gabinete. 
La primera tempestad había pasado; 
pero faltaba esperar con resignación par 
rá saber las consecuencias. 
Sin embargo, el corone) se paseaba d0- 
minando mal su impaciencia, porqu* 
deseaba vengar a eu hijo y ansiaba qué 
Negase el momento de verse “frente Y 
frente de Andrés de Olmedo. 
 
	        
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