Full text: Tomo segundo (002)

  
CAPITULO X 
e 
LA VERDAD 
¿La condesa se dispuso a oir el relato 
Ue de los puros de labios de Margarita 
lba a brotar. : 
" —Sé que me ama usted derasiado pa- 
a oir sin afectarse lo que mi boca va 
ecirle; pero usted lo desea y yo debo 
omplacerla. 
Así comenzó Margarita su relato, 
-—El anuncio que pusimos en los pe- 
lódicos ofreciéndome como 
e piano, no sólo me proporcionó la pla- 
de maestra de música en un cole; io, 
que al día siguiente de publicarse 
Imos entrar a una señora que me ofre- 
5 la educación musical de su hija, me- 
diante la retribución de ciento sesenta 
reales al mes. Yo acepté gustosa, calcu- 
lando que con la renta del colegio y la 
Media onza de la discípula contaba ya 
con una cantidad suficiente para cubrir 
huestras modestas necesidades; y puedo 
jurar a usted, señora condesa, que a 
Pesar de la pena que me causaba vivir 
parada de mis buenos protectores, no 
dejaba de sentir alguna satisfacción, 
Pues iba con mi trabajo a ser útil a mi 
buena y pobre madre. 
—Eso te honra mucho, hija mía—Jdijo | 
Luisa—. Continúa. 
—Durante los ocho primeros días que 
di lección a mi discípula Teresita, no 
Observé nada: de particular en la casa. 
oña Serafina, su madre, me pareció 
a buena señora, y confieso que no 
ntí el menor recelo. Además, siempre 
le acompañaba mi madre, y nada podía 
mer viéndola a mi lado. A 
—Sí; pero los miserables que trataban 
e perderte—repuso Magdalena indigna- 
a—buscaban la ocasión de que un día 
''presentaras sola en casa de esa infa- 
' Serafina. MOS 
-—Y por eso escribieron una carta que : 
taba firmada por el doctor don-Marce- 
o, diciéndole que fuese a verle sin fal» 
profesora: 
DESNUDA 
ta, pues tenía que comunicarle un asun- 
to de la mayor importancia — añadió 
Margarita. 
—Yo di crédito a la carta-—dijo Mag- 
dalena—, y salí de mi cása después de' 
almorzar, tomé la diligencia de Lega- 
nés, llegué a casa del doctor, quien, con 
gran asombro mío, me dijo que ni él 
me había escrito ni aquella letra era la 
suya. 
—Pero, ¿con qué objeto es”ribieron esa 
faisa carta?—preguntó la condesa. . 
—¡Toma! Con el objeto de que Marga- 
rita fuese aquel día sola a dar la lec- 
ción de piano a casa de doña Serafina 
—contestó Magdalena. 
—Sospecho, hija mía, que has sido vÍc- 
tima de alguna trama infernal. Pero con-: 
tinúa. : 
-—Cuando llegó la hora de dar lección 
a mi discípula Teresita, como su casa" 
estaba cerca, y además no tenía motivo 
para abrigar la menor desconfianza, me 
dirigí tranquila a la calle de los Caños. 
Doña Serafina me recibió, como siempre, 
“con la mayor amabilidad. 
d —¡Infamel—murmuró en voz baja Mag- 
dalena. 
—Yo comencé a dar lección a su hija 
- Teresita; cuando ésta terminó, doña Se- 
rafina entró en la sala con una bandeja 
- de dulces y una botella con licor. La ni- 
fia, a quien sin duda aquella mala mujer. 
había adiestrado para que la sirviera de 
“cómplice, me presentó una yema de coco, 
diciéndome que la comiese a su salud, 
pues aquel día era el de su cumpleaños.: 
La condesa escuchaba con la mayor 
atención; y por los cambios d: fisonomía | 
que demostraba podía, comprenderse que 
iba adivinando toda la horrible trama. 
-—Yo comi la yema y bebí un pequeño 
sorbo de licor a fuerza de ruegos, por 
no aparecer en ridículo a los ojos de do- 
ña Serafina y de su hija, a las que creía 
 
	        
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