EL ANGEL DE
LA GUARDA
“Los médicos recomiendan el silencio
y es preciso obedecerles,
—Como ustedes quiéran,.
—Margarita y yo estaremos en la sala
haciendo hilas o leyendo; si necesitas al-
'o nos llamas, Con que a descansar, kijo
fué obedecer la orden de la
aunque Miguel hubiera prele-
rido hablar largo rato con Margarita,
ésta salió de la alcoba con Micaela, y,
ambas se sentaron junto al velador.
A Miguel le quedaba un consuelo: qué
podía verlas desde la cama.
Guardó silencio y permaneció mucho
tiempo con la mirada fija en aquella jo-
ven, que tan puro y verdadero amor ha-
bía hecho brotar en su alma,