Full text: Tomo segundo (002)

442 FOLLETIN OE El 
MERCANTI! 
VALENCIANO | 
  
bruscamente cogida por la cintura, y 
Ulia Voz femenina, trémula por la ira, 
murmuró a sus oídos estas palabras: 
—¡Y así castigan las madres las afren- 
tas que hacen a sus hijos! 
"La que acababa de interponerse tan 
rapidamente no era otra que Magdalena, 
que oculta en la espesura había oído una 
gran parte de la escena que estamos na- 
rrando. 
edalena, mujer del pueblo, corazón 
noble y generoso, había sabido dominar- 
s2 mientras los insultos dirigidos a su 
hija sólo fueron palabras. 
La antigua ama de llaves del marqués 
de Malfi respetaba a la condesita de San 
Marino, y le fué preciso bacerse una 
gran violencia para dominarse; pero des- 
de el momento que vió que un látigo ke- 
ría cruelmente el rostro de su hija, lo 
Olvidó todo, y como la leona que defiende 
a sus cachorros, se lanzó rápida como el 
pensamiento sobre Emilia. 
Por eso ni Bonifacio, que contemplaba 
la escena, ni la misma Margarita, pudie- 
ron evitar la agresión de Magdalena, a 
quien el amor maternal había prestado 
una fuerza tan extraordinaria, que arro- 
jó como si fuera una muñeca el cuerpo 
de Emilia a algunos pasus de distancia, 
pero con tan mala suerte, que el rostro 
de la condesita fué a chocar con el añoso . 
tronco de un árbol, y la sangre bro de 
la frente de la hija de los condes de San 
Marino. 
Mientras Bonifacio procuraba id 
y socorrer a su ama dando voces y pi- 
diendo socorro, Magdalena, con  novle 
fiereza, cogió a "Margarita por el hraan 
y le dijo: 
—Ven, hija mía, ven; salgamos de esta 
Casa, cuyas puertas deben cerrarse para 
siempre para nosotras. Dejemos a esa 
orgullosa señorita devorada por la envi- 
dia; nosotras no la necesitamos peta 
nada. 
Y Magdalena arrastró, por decirlo así, 
a su hija hacia la puerta y salieron de 
la quinta, 
 
	        
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